
Ella observó como él se quedó pensativo.
—¿Volverás a mentirme? —le preguntó en tono conciliador.
—No. Nunca más. Te lo prometo.
A pesar de que hablo en sueños y de que cualquier cosa que digo es producto de mi mente en pleno estado de inconsciencia, trataré de ser bueno y de comportarme de un modo correcto, se lo prometí a un santo, y ya de paso, le pedí un deseo. Cierto es que el muy hijo de puta me está ignorando desde entonces, pero aún y así... soy un hombre de palabra.
4 comentarios:
Sergi!! He llegado aquí, guiada por tu mail. Tengo mucho para leer, además de dejarte la invitación para visitar mi espacio.
Por el momento, te dejo un abrazo y sigo leyéndote.
Sil.*
- No quiero lastimarte.
- ¿Por eso no me dices la verdad?
- No quiero dolerte.
- Me duele más saber que decirme la verdad te duele.
Ay! que dolor de muelas!
me gusto... esta simple y muy bueno tiene lo justo...
se podria crear contacto por blog para mostrar mas creaciones literarias...
saludos
Todas las promesas son mentiras.
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