sábado

PAJILLEROS "DE IZQUIERDAS"


Hace ya tiempo elaboré una teoría; teoría propia de una mente insomne y enferma como la mía, pero... teoría al fin.

La teoría se basa en la idea de que, en la actualidad, los hombres, nos hacemos las pajas con la mano izquierda, amén de los zurdos que lo han hecho así siempre y no han notado sustancialmente ningún cambio al respecto, y a excepción clara de un primo mío que me declaró, que por cuestiones de descomunal tamaño él, siempre se las había hecho a dos manos. Pero excepciones al margen... A qué se debe el cambio en los pajilleros (anteriormente) diestros?

Tras un laborioso sondeo realizado entre amigos, conocidos y allegados varones, el resultado ha sido que el 90% de los encuestados reconocen pelársela con la izquierda desde mediados de los años 90, cuando antes, lo hacían siempre con la derecha. El 10% restante... no saben, no contestan (sin duda esos son los peores por no reconocer o no hablar de algo natural. A saber que mierdas de vicios tienen).

Trataré de exponer el motivo en un orden cronológico, de manera que quede clara esta faceta de la evolución antropológica del hombre y de por qué el cambio de mano en esta actividad concreta.

En nuestra preadolescencia (esto va para los cuarentones, y esa preadolescencia se sitúa en los años 70), el candor infantil, mezclado con la ingenuidad y con esa parte poética y romántica que acompaña a todo joven, nos hacía recordar en la intimidad de nuestra alcoba a esa compañera de clase, a esa vecina, o incluso... a esa profesora, y nos sumía en un juego en el que la imaginación de un momento de intimidad con la aludida, era la protagonista de nuestra fantasía sexual de turno. Con ello me refiero a que “la protagonista” era precisamente esa imaginación y esa fantasía, no la hembra en cuestión, ya que... no nos engañemos, podíamos repetir con algunas, pero la masturbación ha sido siempre tan profiláctica y tan aséptica que el cambio de pareja constante y la promiscuidad nunca fue, para ninguno, el menor problema.

Algún día, uno de nuestros compañeros (de los del grupo) descubría en el armario de sus padres unas fascinantes revistas en las que aparecían mujeres que mostraban su cuerpo desnudo y en posturas sugerentes. El siguiente paso era el de contarlo al resto de la manada de salidos, e incluso, en un momento dado, llevar una de esas revistas a clase de modo clandestino para que el resto, extasiados ante la visión de semejantes turgencias corriésemos a registrar los armarios de casa en busca de un ejemplar en el que apareciesen, como normalmente las llamábamos, “tías en bolas”.

Muchos eran los afortunados que tenían unos padres con revistas ocultas; los mismos padres que algún fin de semana nos dejaban al cuidado de los abuelos y se iban con unos matrimonios amigos “de excursión”, pero... Solos? Siempre habían ido de excursión con nosotros. Por qué ahora nos dejaban con los abuelos? Por qué no podíamos ir con ellos a Perpignan?!!

El caso era que sin comerlo ni beberlo, dejamos de gastarnos nuestras míseras pagas semanales en Coca-Colas y ganchitos. Dejamos de invitar a las amigas a un batido de chocolate en el Mac Donald’s; total... sólo eran chicas a las que en realidad les gustaban los chicos mayores, así que dejamos de hacer los primos con ellas e invertíamos nuestra paga en comprar en los kioscos revistas de tías en bolas. Los cuartos de baño de nuestras casas se convirtieron en territorio apache; sentados en el retrete con los pantalones y los calzones a la altura de los tobillos, la revista en el suelo abierta en la página más “guarra” y entreteniéndonos el rabo con nuestra mano derecha hasta llegar a la extenuación, sordos ante los gritos de nuestros padres que incansablemente nos pedían paso, o bien porque estaban intrigados por nuestra constante permanencia dentro del W.C., o bien porque sus vejigas estaban a punto de reventar.

Curiosamente, los fantasmas y monstruos que habían habitado debajo de nuestras camas en la infancia se fueron, se largaron para siempre y dejaron espacio para un montón de revistas de páginas de papel couché y repletas de fotografías en las que generosas hembras mostraban sus encantos. Auténticas abanderadas de la más honesta de las ONGS que brindaban sus cuerpos desnudos en favor de todos los adolescentes necesitados que babeantes y con los rostros llenos de acné, asíamos con la destreza de nuestra mano derecha aquellos miembros que explotaban al poco rato de un compulsivo meneo.

Los 80 marcaron un antes y un después. La llegada del video a nuestros hogares supuso la primera revolución "masturbil". El papel couché pasó a un segundo plano ya que en las películas que podíamos ver en nuestros videos caseros, el efecto audiovisual y la posibilidad de rebobinar y saltarse las escasas escenas de diálogo, nos mostraban a esas diosas del porno como mujeres vivas que se movían, jadeaban y que recibían eyaculaciones en diversas partes de su cuerpo con aquella satisfacción tan natural que nos dejaba “muertos”. Ninguna de las chicas que conocíamos, ninguna con la que ya habíamos mantenido alguna relación, recibía nuestro semen con tanta necesidad, ni como si se tratase de maná divino. Todos deseamos meter a alguna que otra Ginger Lynn en nuestras vidas, pero joder!... sólo dábamos con chicas ”normales”.

Estar a solas en casa, con el salón en penumbra, esparramados en el sofá y nuevamente, con lo pantalones y los calzones a la altura de los tobillos, era toda una experiencia sublime. La diferencia era que en lugar de agacharnos a pasar las hojas con la mano izquierda, en esa misma mano sosteníamos el mando a distancia y gozábamos de la posibilidad de “saborear” algunas de las escenas a cámara lenta.

Pero llegaron los 90, y con ellos el cambio total y evolutivo de la especie humana. Más concretamente de los machos, debido a que las hembras –por lo general, siguen utilizando la imaginación para sus fantasías sexuales a excepción de casos contados. Podríamos decir que el estímulo visual es más primario, en definitiva; más de hombres- Con los 90 llegaron a nuestros hogares los ordenadores personales (hasta ahí bien), pero con ellos, llegó el ratón, el “mouse”. Un maravilloso y pequeño cachivache que nos permite “tocar” la pantalla, hacerla interactiva y gozar de lo mucho que nos ofrece internet a la simple distancia de unos pocos “clic”.

Esa interacción que nos ofrece el ratón nos empezó a resultar más cómoda con la mano derecha, de modo que la mano que antes utilizábamos para el noble arte de la paja, empezamos a utilizarla para la navegación, mientras que con la izquierda nos la entreteníamos tan ricamente. Por suerte, para eso... todos somos ambidiestros.

El fenómeno paja-PC, o paja-MAC (para los más pijos), fue creciendo con la aparición de los chats y las webcams. Teclear mensajes y establecer diálogos obscenos con alguna internauta necesitada de nuestros mismos afectos, resultaba más fácil con la derecha. Escribir con la izquierda hubiese sido un terror, de modo que la recién nacida costumbre de manipularse el miembro con la izquierda empezó a cobrar su máxima expresión.

A saber que nos depara el futuro, pero a mi entender, y dados los resultados de este trabajo de investigación, será necesario otro cambio importante y definitivo, para que nuevamente, la mano derecha, sea la artífice directa de nuestras pajas.

Para terminar. Con “ellas” también he hablado y he efectuado el sondeo, pero... permítanme que no de resultados. Es poco caballeroso hablar de lo que las mujeres le cuentan a uno al respecto de según que prácticas y que temas ;-)
Por primera vez (y posiblemente, no la última), me permito dejarles en este post un archivo de audio. Se trata de un tema de 1965 titulado "I Feel Good" del gran James Brown. Qué mejor sensación para el tema del post, que la de... sentirse bien?


3 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajajaja hacia tiempo que no me identidficaba tanto con un post que hace referencia a los de nuestra generación. Los cuarentones como tu les llamas, hemos pasado por todos estos procesos en nuestra autosatisfacción, algo que los más jovenes no podrán experimentar. Ellos ya directamente son ZURDOS en estas practicas.
Muy bueno el post, me he reido mucho.

Enrique Páez dijo...

Yo me quedé calvo y se me quedó blando el cerebro de tanto hacerme pajas. Ya me lo advirtió el hermano Larreta.

Unknown dijo...

viva la derecha! XD